«La catedral» es una metáfora usada para referirse al conjunto de instituciones que conforman el establishment o sistema de control cultural dominante en la sociedad: incluyendo fundamentalmente los medios de comunicación y las universidades, pero extendiéndose a los partidos políticos, las ONGs y otras organizaciones similares.
El control cultural en occidente
Para Curtis Yarvin, la catedral representa un poderoso sistema de control ideológico, que promueve una visión única del mundo y de la sociedad, y que actúa como un «guardián de las ideas correctas» en la opinión pública. Este sistema, según Yarvin, está fuertemente influenciado por una ideología progresista y globalista, que favorece la centralización del poder y conduce a la erradicación de la diversidad intelectual, cultural y política en el mundo.
Yarvin argumenta que esta «catedral» además de influir sobre las ideas, es capaz de controlar el acceso a los recursos y oportunidades en la sociedad. Por lo tanto, según él, es importante reconocer la existencia de la catedral y sus efectos en la sociedad, y buscar alternativas y soluciones que permitan un mayor pluralismo y diversidad de ideas y perspectivas.
El misterio de la catedral
El misterio de la catedral es que estas instituciones intelectuales modernas, fundamentalmente la academia y los principales medios de comunicación se comportan como si fueran una sola estructura, a pesar de no tener una conexión organizativa no formar parte de una jerarquía formal centralizada.
Es extraño que campos como la filosofía, la sociología o la ciencia política se estudien con esencialmente la misma bibliografía en Tierra del Fuego que en Alaska, sin una fuerza externa que los coordine. ¿Esta coordinación es espontánea o existe una jerarquía central oculta manejando los hilos tras bambalinas?
La resolución de este misterio es importante ya que la libertad individual reposa en que el poder de estas instituciones esté distribuido y no tengan una conexión central.
Capitalismo y control cultural
Pero prestando atención podemos reconocer mecanismos e instituciones claves en este proceso de homogeneización cultural global.
La toma de control de Twitter por parte de Elon Musk y la subsecuente publicación de la interna relacionada a la censura de determinadas personalidades y puntos de vista, nos ha proporcionado una lección ineludible si queremos entender cómo se ejerce este control.
En estos documentos quedó evidenciado que determinados «ejecutivos» vinculados a los servicios de inteligencia utilizan instituciones como Twitter para ejercer un poder de veto contra las personas que sostienen determinados puntos de vista contrarios a la dirección de los cambios socioculturales que la catedral tiene designado imponer.
De la misma forma que ocurre en Twitter, sería una inocentada pensar que no ocurre en otros entornos similares: corporaciones, partidos políticos, ongs, etc.
Dinero e influencia
Estos agentes funcionan como una policía política encubierta, una NKVD sin insignias identificadoras, cuyo ominoso poder de intimidación no se basa en la potencial ejecución de sus víctimas sino en la ruina económica y la marginación social.
Pero el dinero que manejan y la capacidad de arruinar reputaciones no les son propias a estos agentes sino a la estructura informal para la que realmente están trabajando.
