La reconocida escritora Uruguaya saltó a la discusión sobre el tema del momento, las acusaciones de actrices y feministas en contra del actor Argentino Juan Darthés, y la campaña entorno a la suspensión del principio de presunción de inocencia.
La invisibilidad de Juan Darthes
En las últimas décadas la opinión pública es mucho más fuerte que la verdad. En esto han sido actores principales los medios masivos de comunicación, sustituyendo a la antigua y poderosa influencia familiar. Hoy es más fácil sentar a los niños frente a la televisión o la computadora, que encontrar abuelos dispuestos a conversar sobre la vida o a leerles un buen libro.
Esto viene a cuento del sonado caso que involucra al actor argentino Juan Darthés, ya juzgado y sentenciado sumariamente ante miles de televidentes.
Todos escuchamos a una jovencita llorosa acusarlo de violación. ¿Cómo no ponernos en su piel e imaginar el horror que describe? Tengo tres hijas y llevamos siglos de prepotencia, cosificación y acoso de los más variados. Todas hemos padecido un sistema que naturalizó conductas aberrantes que, por suerte hoy son repudiadas. Solo educando en valores lograremos construir un mundo digno y seguro para quienes nos suceden.
Pero ciertos desbordes me hacen temer que el péndulo pase de la invisibilidad femenina, a la invisibilidad masculina. Hoy corremos el riesgo de consagrar una injusticia, en nombre de la justicia. No debemos volver al circo romano en el que la emoción era atizada hasta crear una masa apasionada que decidía a dedo qué cristiano terminaba en la fosa de los leones.
En Argentina la ola parece imparable y la sola declaración de una actriz, por más conmovedora que fuere no debería bastar para condenar a un ciudadano.
Se han gastado miles de horas de televisión en juzgar a un individuo, sin posibilidad de nada que se acerque a la justicia. Hoy vemos a miles ubicarse en el lado “mediáticamente correcto”, incluidos un par de abogados faranduleros, más preocupados por seguir de moda, que en hacer justicia. Ni qué decir de algunos periodistas que alaban la “celeridad” de la justicia nicaragüense, un sistema corrupto que lleva décadas apañando a un violador contumaz de nombre Daniel Ortega.
¿Estamos ante un nuevo sistema de justicia?
Espero que no, que no baste una declaración unilateral para condenar a nadie porque entonces obtendremos cualquier cosa, menos justicia.
Esta reflexión nada tiene que ver con la persona de Juan Darthes ni de Thelma Fardin. Es fruto de mi irreductible respeto a las normas del debido proceso y mi rechazo a las verdades consagradas, independientemente de lo cuantiosa de la tribuna que las aliente.
Mercedes Vigil